Sentirte mal sin motivo aparente.
Verte a ti mismo/a con poco valor.
Creer que no estás viviendo tu vida como te gustaría.
Sentirte inferior a los/as demás.
Verte paralizado/a por el miedo o la culpa.
No disfrutar tu día a día de la manera que mereces.
Querer sentir más ilusión por las cosas.
Sentir que no puedes con todo.
Creer que no eres capaz de hacer cosas para las que te has estado preparando tiempo.
Todo esto (y miles de ejemplos más) suelen ser muestras de que los Psicoenemigos están haciendo de las suyas. De hecho, no he conocido ningún caso en el que alguien se viera reflejado/a en alguna de las afirmaciones anteriores y al indagar no viéramos como alguno de los psicoenemigos es el artífice.
Se pueden disfrazar muy bien, pero al final están ahí y están consiguiendo que te sientas mal y que no vivas tu vida de manera plena y saludable.